¿El agilismo es una secta?

Por Ingrid Astiz, @ingridastiz

Etiquetas: Auto-conocimiento; Ego; Comunidad; Creatividad

¿Estoy metido en una secta? Cuestionario de auto-diagnóstico

Una forma de entender las sectas es a través de definiciones. Según la primera acepción de la Real Academia Española, una secta es una doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo que se considera ortodoxo. En este sentido, quizás algunos pueden creer que lo que predomina en el mundo corporativo es "lo ortodoxo" y que el agilismo promueve una ideología de innovación (es decir, alejarse de lo ortodoxo). Siguiendo con las definiciones, ahora se suele diferenciar “sectas” de “sectas destructivas”, siendo las primeras movimientos naturales de evolución de doctrinas y las segundas fuentes de problemas.

Otra forma de entender a las sectas es a través de los comportamientos de sus seguidores, observando si algunos de ellos caen en comportamientos adictivos y de dependencia emocional. Es decir, desde este punto de vista lo destructivo no es la secta sino ciertas formas de vincularse con los grupos, así como lo destructivo no es el alcohol sino ciertas formas de beber. Es esta la perspectiva que a mí más me ha aportado para comprender a ciertos grupos espirituales y diversas formas de vincularse con ellos. Y por eso es que traslado esta perspectiva para analizar la cuestión del presente capítulo.

En algunos sitios web sobre Alcohólicos Anónimos ofrecen un cuestionario de preguntas para ayudar a las personas a clarificar si tienen problemas con la bebida. Luego, se han ido creando otros cuestionarios para ayudar a las personas a reconocer otros tipos de adicciones... y como no encontré ningún grupo para tratar "la adicción al agilismo" es que he creado el siguiente cuestionario:

  1. ¿Uso palabras como "sprint" en una cena familiar?

  2. ¿Se despertó mi instinto asesino al escuchar "la agilidad no sirve"?

  3. ¿He etiquetado de "tonto" a alguien por no comprender lo que hago?

  4. ¿Pierdo la paciencia cuando alguien planifica más allá de un año?

  5. ¿Me han caído mal personas solo porque se presentaron como "Project Manager"?

  6. Si alguien no es ágil, ¿intento educarlo?

  7. ¿Me presento como facilitador y, apenas se distraen, me convierto en dictador?

  8. ¿Considero hereje a quienes abandonan las retrospectivas?

  9. ¿Estoy enojado con quienes se resisten a mi trabajo de evangelización?

  10. ¿Mi pareja (o mi ex) considera que el agilismo es una secta?

  11. ¿"No harás multitasking” es uno de mis mandamientos?

  12. ¿Me siento solo y perdido cuando me muestran un Diagrama de Gantt?

Si has respondido afirmativamente a alguna pregunta, quizás avanzar con la lectura te sea de utilidad.

¿Agilismo o agilidad? La guerra de las palabras

Solía pelear por palabras… y es un viejo vicio en el cual cada tanto caigo.

El término "agilismo" usa en el sufijo -ismo que, según la Real Academia Española, forma sustantivos que suelen significar doctrina, sistema, escuela o movimiento. Si bien el -ismo no necesariamente es igual a “doctrina cerrada” para mí tiene connotaciones de un conjunto de ideas fijas, que no evoluciona con el tiempo. Incluso a algunos el -ismo le puede sonar a secta y asustarlos un poco. Por eso me molestó cuando algunas personas comenzaron a usar este término y mi primer reacción fue cuestionarlos. En las conversaciones noté que al usar esta palabra, había una intención de describir un movimiento vivo que despertara entusiasmo. Por eso me amigué con el término pero, de todas formas, no lo uso más que para provocar alguna reflexión, como en este capítulo.

En cambio, me agrada "agilidad" y, en su versión larga, “comunidad latinoamericana de agilidad”. Es un término libre del -ismo y de las connotaciones de doctrina. Es una cualidad que tiene que ver con una forma de pensar y de moverse. Es una invitación para estar abiertos a avanzar de nuevas formas, incluso a ser receptivos con otras corrientes de pensamiento y diversos marcos de trabajo. De todas maneras, no somos dueños de la palabra “agilidad” y no podemos pretender que cuando la usemos todos comprendan a qué nos referimos.

He notado que hay personas que se empoderan bajo la bandera de "agilismo" (o incluso con otros nombres como “innovación”) y lo usan para competir con personas que eligen otras formas de trabajar. Es decir, en cambio de avanzar en un empoderamiento genuino uno a uno, se recurre a un empoderamiento de “tribu” (por llamarlo de alguna forma), donde las personas se sienten importantes y valiosas por pertenecer a un movimiento con cierto éxito internacional. Entonces, por un lado, la capacidad de pensamiento crítico y despliegue personal de la creatividad se ve nublado por el dogma, las fórmulas, lo pre-fabricado. Por otro lado, se van distanciando las personas, confrontando sin escuchar al otro, etiquetándose por grupos (por ejemplo, PMs vs. Agilistas), dividiéndose más las áreas (unas empiezan a hablar de formas incomprensibles, dicen “sprint”, “backlog”). En estas circunstancias, resulta que la agilidad no resuelve los problemas, no incrementa la productividad, y va quedando “quemada”. Como dice el dicho “el que se quemó con leche ve la vaca y llora”, hay empresas donde escuchan “agilismo” y se ponen a la defensiva.

Entonces, "agilismo o agilidad" no tiene relevancia más allá de nuestro pequeño círculo, que si bien se ha ido expandiendo sigue siendo pequeño en relación a la totalidad de la humanidad. Además, he re-priorizado mis tareas, ahora ya no trato de convencer a los demás de usar palabras según mis definiciones, preferencias y rechazos. Creo que no vine a este mundo para pasar horas discutiendo si usar o no palabras en inglés, en japonés, o crear un nuevo diccionario del español. Creo que mi trabajo es más bien prestar atención a qué nos pasa, bajar el nivel de estrés y subir el nivel de confianza. Y esto tiene diferentes caminos (y palabras) según el país, la cultura, la organización, la historia de los involucrados.

¿Qué nos pasa? Ego-agilismo y comportamientos sectarios

Entonces, el término "agilismo" no es el culpable de que haya personas que nos vean como una amenaza, pero sí creo que lo son un conjunto de actitudes que podríamos llamar “ego-agilismo”. Es decir, el problema no es la propuesta de la agilidad ni las palabras que usamos, sino darle de comer a nuestro ego, hacerlo más grande, llenarlo de la ilusión de importancia personal por tener una gran cantidad de opiniones, ideas, principios, recomendaciones. Y creo que en este ego colectivo es que a veces afloran ciertos comportamientos similares a las sectas. Y estos comportamientos pueden verse como inofensivos o preocupantes; por eso me he detenido sobre ellos, un poco por diversión, otro poco para reflexionar, y sobre todo para conectar con algo que nos está pasando.

Antes de descubrir qué sucede en nuestro interior, es necesario hacernos ciertas preguntas y tener paciencia a que aflore la respuesta. Por eso aclaro que mi intención no es denunciar ciertas actitudes como "malas", sino más bien motivar la auto-observación. Si alguno de estos comportamientos son reconocidos como propios, mi sugerencia es detener la lectura y preguntarnos qué emociones nos genera, qué necesidades están vinculadas, qué nos gustaría cambiar en nosotros mismos.

A continuación describo algunos comportamientos que son frecuentes en las sectas y que he observado -algunas veces- en la agilidad:

  • Crear conflictos repitiendo fórmulas como si fuesen verdades evidentes, sin escuchar a la persona con la cual estamos discutiendo, sin pensamiento crítico o sin haberlas puesto en práctica.

  • Desarrollar algún grado de dependencia emocional y/o intelectual con el agilismo, donde lo idealizamos y perdemos nuestro pensamiento crítico. Es decir, aferrarnos a ciertas herramientas como si fuesen un salvavidas en el medio del mar, depositando una confianza ilimitada y sin poder cuestionarnos su uso.

  • Creer que la agilidad nos va a "salvar", que gracias a ella vamos a trabajar en empresas maravillosas, con equipos extraordinarios, con honorarios superiores.

  • Obsesionarnos con el agilismo y trabajar sin descanso como si estuviésemos en una secta de demanda full-life.

  • Dividirnos en sub-sectas donde algunos pretenden ser dueños de la verdad ágil o donde pareciera que la experiencia de algunos vale más que la experiencia de otros (en algunas sectas se dividen en "hermanos menores y hermanos mayores").

  • Causar problemas, por ejemplo, implementar las metodologías ágiles sin tomar en cuenta los deseos de los involucrados o despreciando la opinión de quienes nos alertan posibles riesgos.

  • Creernos mejor que otros porque somos parte del movimiento y ellos no. Incluso puede implicar demonizador el "mundo laboral tradicional", enfrentarlo de forma combativa como si fuese "el enemigo", aislarnos creando nuestras burbujas laborales o ser antisociales con quienes no comparten nuestras ideas.

  • Motivar un comportamiento con intenciones ocultas, por ejemplo para promocionar mis ideas políticas o para debilitar a los que piensan diferente.

  • Negar alguno de estos comportamientos aún cuando son muy evidentes para personas de nuestro entorno familiar y/o laboral.

Pero… ¿El agilismo ES o NO ES una secta?

Si nuestra familia o amigos han demostrado alguna preocupación por nuestros comportamientos sectarios, lo más efectivo para tranquilizarlos es que seamos receptivos al momento de escucharlos y que compartamos algo de lo que sentimos. Es decir, que abandonemos la coraza del ego-agilismo y nos conectemos con ellos de forma genuina. Luego, si a nuestro ser querido le interesa, podemos contarle algunas diferencias entre las sectas y la agilidad:

Para seguir pensando

Cuando nos cerramos en el ego-agilismo perdemos nuestra esencia de ser una comunidad abierta y creativa. Y no sólo nos perdemos a nosotros mismos, sino también nos perdemos de trabajar en equipo con personas que tienen otras opiniones y perspectivas.

Sugiero estar receptivos y ayudarnos mutuamente, recordando "soltar la lupa y tomar el espejo". Es decir, si notamos que alguien tiene un comportamiento que podría parecer sectario no apresurarnos a criticarlo o a intentar corregirlo, sino detenernos a conectar con lo que ese comportamiento despierta en cada uno. Quizás sea un comportamiento que también tenemos, en algún grado, en alguna situación. Quizás sea un comportamiento que hemos tenido y nos cuesta hacer las paces con lo que solíamos hacer. Quizás sea algo que interpretamos como una posible amenaza para nuestra persona o nuestra comunidad, y quizás cuando nos detengamos a observar nos demos cuenta que la amenaza está siendo creada por nuestros propios miedos.

Y cuando podamos mirar a los ojos, uno a uno, a nuestros miedos; cuando podamos observarlos y hacer las paces con ellos, se van a transformar en más y más confianza.

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