Yo soy ágil, tu eres ágil, ellos no son ágiles

Por Alejandro Faguaga, @afaguaga Etiquetas: transparencia, integridad, introspección

Motivación

Este capítulo no es un cuestionamiento a la Agilidad en sí, a la cual respeto y admiro con todo mi ser cada día más, sino más bien a nosotros mismos como comunidad ágil, hacia los valores que promovemos respecto de los que realmente manifestamos día a día. Es un humilde cuestionamiento a nosotros mismos como individuos que intentamos ser promotores de una corriente tan grande y tan noble como la Agilidad.

Propongo en este ensayo un recorrido que intenta desagregar lo que decimos o pensamos que somos como individuos y como comunidad de lo que en verdad somos según nuestro accionar diario.

Para transitar este camino, propongo que nos cuestionemos a nosotros mismos en varios aspectos, que reflexionemos y que nos hagamos las preguntas correctas sin miedo a descubrir las respuestas más sinceras muy adentro nuestro.

El objetivo de las siguientes secciones es generar preguntas que resuenen en nuestra mente y plantar la inquietud para empezar a encontrar nuestras propias respuestas, porque creo que solo cuando podemos ingresar a ese rincón de nuestra mente, donde yacen las cosas que menos nos enorgullecen y aceptamos que no somos perfectos, es cuando podemos empezar a considerarnos verdaderos agentes de cambio.

Cuando la agilidad te golpea fuerte en la cara

En mis primeros años de agilista, como muchos de nosotros, que ingresamos al mundo de la Agilidad a través de Scrum, me concentré mucho en desarrollar la técnica, en aprender a usar los elementos del framework casi por repetición, en conocer los conceptos, adquirir el conocimiento y por sobre todo en utilizar las herramientas según el manual. Lo que en el método SHU-HA-RI [Alistair 2001] se denomina el SHU (concentrarse en cómo hacer las tareas sin preocuparse demasiado por la teoría subyacente).

A medida que fueron pasando los años fui conociendo la Agilidad más en profundidad y observando que el tema iba mucho más allá de Scrum. A través de la experiencia y los golpes fui entendiendo que debía pasar al estadio del HA. Ya conocía la técnica y era hora de emprender un camino mucho más complejo y desafiante hacia el convencimiento de todo lo aprendido, permitiendo cuestionar las teorías, a mis maestros y los supuestos axiomas de la agilidad.

¿Qué fue lo que motivó ese auto cuestionamiento? En lo personal, creo que no fue una cosa, sino la combinación de varias, pero si tengo que elegir una, creo que fue el hecho de darme cuenta que en mi vida personal no estaba siendo coherente con lo que promovía como agilista, ese fue un golpe duro de asimilar que me movilizó fuertemente.

¿Cómo iba a promover la transparencia en los equipos si yo no era transparente en mi vida personal? ¿Cómo demandar apertura si yo me cerraba en mis creencias y pensamientos y no dejaba entrar a nadie que no comulgaba con mi pasión por la agilidad?

Fue duro darme cuenta que es muy fácil decirle a los demás cómo "ser ágiles" pero no es tan fácil ser ágiles puertas adentro.

Ya hace un tiempo que trato de implementar en mi vida personal y profesional lo que yo llamo VDD (Values-Driven Development). La idea es muy simple: basándome en algunos valores de la agilidad, trato de contrastar dichos valores con cada acción, decisión o tarea que realizo en mi trabajo y evolucionar en esa dirección. En particular, me gusta usar los valores de Scrum como guía, pero se podría usar los valores del Manifiesto, los valores de XP, todos esos juntos, o cualesquiera que estén relacionados a la Agilidad de alguna forma y con los que nos sintamos identificados.

¡Es increíble la cantidad de veces por día que nos separamos de estos valores! Me fui dando cuenta que mantenerse alineado y consecuente con los mismos en cada decisión o acción que tomamos, es una lucha constante. En nuestra comunidad ágil, en general nos gusta mucho decirle a los demás cómo se deberían hacer las cosas y cómo se debería trabajar, pero nos cuesta mucho respetar los valores que promovemos hacia adentro, como individuos y como organizaciones.

Los invito a que elijan valores que los representen, los escriban en algún lugar visible y traten de contrastarlos en su día a día para entender si realmente están siendo coherentes con lo que esperan de los demás. Les apuesto a que, muy probablemente, les sorprenda lo alejado que estamos de alcanzar la integridad que les exigimos muchas veces a nuestro entorno.

El agilímetro

¿Qué me hace ágil? ¿Por qué creo que soy más ágil que los demás? ¿Acaso existe un agilimetro que indique el porcentaje de Agilidad que corre por mis venas?

Como comunidad creo que tenemos que reflexionar bastante sobre esto. Muchas veces he visto que las discusiones en los foros o grupos de la comunidad ágil tienen que ver con si tal empresa es ágil o no, y siento que cuando determinamos que una empresa no es ágil, en algún punto la demonizamos, como si el hecho de que una organización no sea ágil fuese una especie de virus, como si dentro de la misma no hubiese personas. Aquí siempre me pregunto, ¿quienes somos nosotros para decidir quién es ágil y quién no? ¿será que porque pegamos post its o usamos zapatillas (o incluso no las usamos) nos da derecho a catalogar a una persona o una organización de "no ágil"? Últimamente, en varias oportunidades, he escuchado conversaciones donde se cuestiona y hasta casi margina a personas o empresas por el simple hecho de que no son “ágiles”. Casi considerándolos como una enfermedad. Y lo peor de considerar a los “no ágiles” como una especie de enfermedad es que siento que eso nos pone automáticamente en una posición de creer que somos “la cura”. Y creernos “la cura” es al menos un tanto peligroso, arrogante y triste.

Hace poco participé en un grupo en el cual se cuestionaba a una empresa que quería ser sponsor de un evento ágil por el simple hecho de que no era una empresa que se suponía catalogaba como "ágil". ¿Cómo íbamos a permitir que una empresa “no ágil” auspiciara (léase manchara) la impoluta y cristalina agilidad de nuestros eventos? ¿Se puede ver la gran contradicción aquí? ¿Realmente la vemos?

Nos quejamos muchas veces de que el enfoque tradicional de proyectos está obsoleto, que en muchas organizaciones no se tiene en cuenta a las personas, que se le da más importancia a los procesos y las herramientas, pero en la primera oportunidad en la que nos cruzamos con alguien que no es devoto de los valores de la agilidad, nos cuesta muchísimo incluirlo o aceptarlo.

"Apertura" es uno de los valores de Scrum, y sin embargo, a veces nos cuesta tanto abrir nuestra mente que siento que somos nosotros quienes necesitamos ser transformados.

Estás con nosotros o con ellos

Hace un tiempo tuve la suerte de participar de un evento del PMI [PMI 2017] donde me invitaron a dar una charla de Agilidad, fue una experiencia hermosa.

Pero, como en esas películas donde conocemos primero el final, y posteriormente vamos accediendo a la información sobre cómo se llegó a esa instancia, les cuento que paso desde el inicio.

Cuando me invitaron, lo primero que pensé fue ¿por qué quieren que vaya alguien a hablar de agilidad a un evento del PMI? Seguramente quieren cuestionar todo lo que diga sobre la Agilidad. O mínimamente, querrán poner algunos palos en la rueda. Supuse que me tenía que preparar muy bien, porque era probable que me ataquen con preguntas y si titubeaba en mis respuestas no me iban a perdonar. Todo eso pensé.

Nada más alejado de la realidad. No solo me recibieron de mil maravillas, sino que además la audiencia, la mayoría PMPs (Professional Project Managers) certificados , estuvo muy receptiva e interesada en el tema. Es más, para mi sorpresa, de seis charlas que hubo ese dia en el evento, dos de ellas fueron de Agilidad. La mía, que fue la primera, y la última charla, presentada por una PMP [PMP 2017] de Croacia. Me recibieron tan bien que sentí un poco de culpa de haber pensado que me iban a maltratar por ser agilista.

Al poco tiempo, en un grupo de la comunidad ágil se armó una discusión, de esas que surgen del tipo "PMI vs Agile", donde mucha gente dejaba ver que no había cosas en común ni puntos de colaboración entre estas dos comunidades. Me puso triste ver que era nuestra comunidad la que se cerraba en su propia visión sesgada al grito de “¡hay que quemar el PMBok [PMBok 2017]!”.

En ese momento, pensé ¿qué hubiera pasado si a un evento Ágil hubiera venido a hablar un PMP sobre la Gestión de Proyectos según el PMBok? ¿Cómo lo hubiéramos recibido? ¿Cómo hubiéramos reaccionado? ¿Acaso con el mismo respeto con el que me escucharon a mi hablar de Agilidad en ese evento del PMI?

Creo que como comunidad nos falta mucho en ese sentido. Suelo escuchar discusiones sobre el PMI, casi como si habláramos del enemigo. Hablamos de los PMs como si fueran personas poseídas que deben ser exorcizadas o como roles estériles que ya pasaron de moda. Yo digo: abracemos a los PMs, abracemos al PMI, a los que siguen metodologías duras, a los seguidores de Waterfall, a los sin metodología, abracemos a todos. Aprendamos y respetemos a todos. Empecemos a diferenciarnos de ellos no simplemente por creernos diferentes o mejores, sino por tener un diferencial verdadero surgido del aprendizaje y la mixtura.

Scrum Master: más Scrum y menos Master

Durante mis años de trabajo utilizando Scrum he visto varios aspirantes a ScrumMaster que aparentemente se desvivían por los valores de Scrum, pero que, con la certificación CSM [CSM 2017] bajo el brazo, no podían tolerar perder su "jefatura" ganada con sudor y sangre dentro de la organización. Personas que no podían aceptar el hecho de que varios colegas que les reportaban jerárquicamente dejarán de hacerlo y empezar a tomar el rol de facilitador de un equipo en lugar de ser “el jefe” del mismo. Qué gran contradicción ¿verdad? Todo muy lindo esto del “Servant Leader” pero quiero conservar el “poder”. Esta situación la he visto mucho en diversas organizaciones y personas.

Si queremos ser y formar buenos Scrum Masters debemos entender y hacer entender que el liderazgo servicial no se adquiere en el CSM. Es un camino largo y sacrificado que debemos recorrer, y en ese caminar debemos ser capaces de renunciar a querer ser protagonistas egocéntricos dentro de las organizaciones. Tenemos que aprender a ser funcionales y servir a nuestros equipos, y a la vez desaprender los malos hábitos de "comandar y controlar" o hacer micromanagement. Todas estas son señales de falta de confianza y de que aún no estamos preparados para ser Scrum Master.

El CSM: esa arma de doble filo

Como muchos de los agilistas, primero fui CSM y luego Scrum Master, y cuanta más experiencia adquiero en ese rol, más consciente soy del daño que puede hacerle el CSM a Scrum, en particular, al rol de Scrum Master, si esta certificación no es acompañada de tiempo de trabajo, experiencia, conocimiento, experimentación y una clara conciencia de que ser Scrum Master es mucho más que rendir el examen de CSM. No digo que la certificación CSM en sí sea mala, ya que no es más que una certificación, lo que digo es que por sí sola y en algunos contextos puede generar un efecto negativo, ya que muchas organizaciones creen que porque envían a sus empleados a realizar un curso CSM, al cabo de dos jornadas tienen un plantel de Scrum Masters y la habilidad como organización de implementar Scrum mágicamente. Creo que nosotros mismos como comunidad, en cierto punto fomentamos estas actitudes "vendiendo" muchas veces a las organizaciones la píldora mágica (a.k.a. el CSM) y después pretendiendo que esos nuevos Scrum Masters sean serviciales de verdad de manera inmediata. ¿Contradictorio, no?

No existe la bala de plata. Tal como promueve Scrum, por el simple hecho de ser un marco de trabajo empírico, las cosas se aprenden haciendo, experimentando y ajustando. Y más aún cuando hablamos del rol de Scrum Master.

Es muy distinto ser CSM a poder ejercer como buen Scrum Master dentro de un equipo.

A modo de ejemplo, si pensamos que vamos manejando por una ruta, para mi el CSM es el cartel que indica la cantidad de Kms que faltan hasta un destino determinado, por ejemplo "Mar del Plata 337 Km". En ese contexto, el rol de Scrum Master sería recorrer los 337 Kms hasta llegar a Mar del Plata habiendo andado el camino completo por uno mismo y vivido toda la experiencia. El CSM certifica conocimiento (yo se que me faltan 337 Kms para llegar a Mardel, o análogamente, conozco el framework de Scrum). Pero eso no significa que si emprendo el camino voy a llegar a destino, ya que en el medio me puedo encontrar con muchos obstáculos. Recorrer el camino es muy distinto a conocer su distancia.

Si pensamos que es lo mismo, entonces estamos subestimando el camino y su potenciales dificultades o variantes.

En lo personal, me parece que si un curso solo certifica conocimiento de un framework compuesto por una decena de elementos, algunos valores y no enfatiza la importancia de "recorrer el camino", como certificación se queda bastante corta.

¿Acaso sera hora que se revise el CSM y se lo modifique para que agregue más valor?

¿Porque no dejas que te evangelice?

Tantas veces escuche la frase "tenemos que evangelizar".

Incluso yo mismo la he dicho varias veces, haciendo referencia a que tenía que divulgar los conceptos ágiles en alguna organización, o capacitar a la gente en conceptos ágiles. Con el tiempo esta frase comenzó a molestarme, y hoy día me hace mucho ruido.

La intención de la evangelización es dar a conocer la "Salvación". Es decir, nosotros seriamos los “salvadores” que traemos el evangelio de la agilidad que cura todos los males.

Y entramos muchas veces a las organizaciones tirándole agua bendita a las "ppts" o los “gantts” al grito de “¡fuera demonio!”, y así nos va.Tantas veces he visto organizaciones invirtiendo dinero para lograr solo cambios superfluos que se extinguen poco tiempo después de que los “salvadores” se retiran. Y es entonces cuando decimos: ”bueno, era obvio, no es nuestra culpa si estos no entienden lo que es la verdadera agilidad. Hicieron un curso de Scrum de dos días (el mismo que nosotros como comunidad les “vendemos”) y ya se creen todos Scrum Masters pero de agilidad no entienden nada, no señor, ¡ellos no quieren ser ágiles!” Como si no fuera nuestra responsabilidad que comprendan el verdadero significado de la agilidad, que se convenzan desde el ejemplo y deseen sostener el cambio en el tiempo solo por los resultados obtenidos. Si no es nuestra responsabilidad todo eso… ¿entonces de quién?. Si no creemos que es nuestra responsabilidad, entonces no merecemos llamarnos agentes de cambio. Yo digo que empecemos a hacernos cargo de verdad, sino seguiremos teniendo pseudo transformaciones tibias en las organizaciones que se diluyen en pocos meses.

Autoorganización: ¿el nuevo caos?

Me gusta el concepto de "autoorganización", pero a veces me frustra ver que todo aquello que no planificamos por falta de tiempo o ganas lo tendemos a meter en la bolsa de la autoorganización y de repente parece como que eso nos libra de tener un mínimo de previsión o planificación, muchas veces (o casi siempre) necesaria.

Una cosa es la autoorganización y otra es la improvisación, la autoorganización es muy potente como herramienta pero a veces creo que hacemos uso y abuso del concepto. No todo tiene que ser autoorganizado. El hecho de que planifiquemos algo no significa que somos menos agilistas. El hecho de que alguna actividad no sea autoorganizada no quiere decir que no sea digna de la agilidad. La autoorganización requiere de mucho compromiso para funcionar bien, sino es simplemente caos encubierto o una excusa para no mirar la mugre que estamos tirando bajo la alfombra.

Creo que como comunidad a veces tendemos a querer que todo sea autoorganizado, y me parece que nos falta entender que en algunos contextos la autoorganización no es la mejor opción y que en ciertos momentos quizás las personas no están listas o dispuestas a auto organizarse. Si forzamos la autoorganización en dichos contextos, muy probablemente solo generemos caos y angustia en las personas.

Conclusiones

Henry Ford tenía una frase que me gusta mucho: "la calidad es hacer lo correcto cuando nadie nos mira" y yo creo que la Agilidad tiene bastante de eso, la Agilidad es hacer las cosas siguiendo nuestros principios y valores cuando nadie nos mira, puertas adentro, sin necesidad de que nos controlen, tan solo por el simple convencimiento de que es lo mejor para lograr los resultados que esperamos.

Si realmente queremos cambiar y mejorar la forma en que las personas trabajan, si realmente queremos transformar las organizaciones, tenemos que empezar generando el verdadero cambio en nosotros mismos, hacia adentro, como individuos primero y como comunidad ágil luego. Nos falta un largo camino por recorrer.

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